En la taberna el fuego arde, sombras de acero y fortuna se entrelazan. Esta es la canción de aquellos que venden su espada por oro y sangre, donde la gloria es tan efímera como el filo de una hoja y el final siempre acecha...
Soy el lobo que ronda los caminos,
El acero que silba en la noche oscura.
No hay dios que escuche mis plegarias,
Ni bandera que agite mi armadura.
Por el oro danzo, por la sangre canto,
Donde los cuervos vuelan, ahí me planto.
De nada sirven tus plegarias santas,
Cuando la muerte puso precio a tu alma.
¡A la batalla, a la fosa!
¡Que el oro brille antes que el alba!
Hoy la gloria es de los que matan,
Mañana, el viento borrará sus almas.
He cruzado montañas y mares sombríos,
He visto reinos y reyes caer rendidos.
Ninguna corona pesa en mi mente,
Solo la bolsa que se llene ardiente.
No soy héroe ni soy leyenda,
Solo la mano que el destino guía.
No preguntes por mi causa o mi razón,
La muerte no tiene ninguna canción.
¡A la batalla, a la fosa!
¡Que el oro brille antes que el alba!
Hoy la gloria es de los que matan,
Mañana, el viento borrará sus almas.
Cae la espada, cae el trono,
En los huesos se escucha el trueno.
Es el precio que pagamos todos,
Por un trago y un poco de oro.
No hay victoria que dure para siempre,
Ni juramento que el acero no quiebre.
El tiempo devora las tumbas y reyes,
Pero el mercenario siempre sigue en pie.
A los caídos les llorarán poetas,
Pero yo viviré por monedas secretas.
Cuando el mundo arda, yo miraré,
Y entre las llamas, seguiré de pie.
¡A la batalla, a la fosa!
¡Que el oro brille antes que el alba!
Hoy la gloria es de los que matan,
Mañana, el viento borrará sus almas.
... Así canta el mercenario, mientras el acero retumba y la oscuridad se cierne, pues sabe que la muerte es la única verdad que camina a su lado. No hay redención, solo oro... y el olvido.
Soy el lobo que ronda los caminos,
El acero que silba en la noche oscura.
No hay dios que escuche mis plegarias,
Ni bandera que agite mi armadura.
Por el oro danzo, por la sangre canto,
Donde los cuervos vuelan, ahí me planto.
De nada sirven tus plegarias santas,
Cuando la muerte puso precio a tu alma.
¡A la batalla, a la fosa!
¡Que el oro brille antes que el alba!
Hoy la gloria es de los que matan,
Mañana, el viento borrará sus almas.
He cruzado montañas y mares sombríos,
He visto reinos y reyes caer rendidos.
Ninguna corona pesa en mi mente,
Solo la bolsa que se llene ardiente.
No soy héroe ni soy leyenda,
Solo la mano que el destino guía.
No preguntes por mi causa o mi razón,
La muerte no tiene ninguna canción.
¡A la batalla, a la fosa!
¡Que el oro brille antes que el alba!
Hoy la gloria es de los que matan,
Mañana, el viento borrará sus almas.
Cae la espada, cae el trono,
En los huesos se escucha el trueno.
Es el precio que pagamos todos,
Por un trago y un poco de oro.
No hay victoria que dure para siempre,
Ni juramento que el acero no quiebre.
El tiempo devora las tumbas y reyes,
Pero el mercenario siempre sigue en pie.
A los caídos les llorarán poetas,
Pero yo viviré por monedas secretas.
Cuando el mundo arda, yo miraré,
Y entre las llamas, seguiré de pie.
¡A la batalla, a la fosa!
¡Que el oro brille antes que el alba!
Hoy la gloria es de los que matan,
Mañana, el viento borrará sus almas.
... Así canta el mercenario, mientras el acero retumba y la oscuridad se cierne, pues sabe que la muerte es la única verdad que camina a su lado. No hay redención, solo oro... y el olvido.
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