miércoles, 5 de marzo de 2025

La Leyenda del Buscador: Un Placer Culpable con Mucha Espada y Poca Vergüenza

Por un crítico anónimo que insiste en que los efectos especiales no importan si la capa ondea lo suficiente.

Hay algo maravillosamente reconfortante en las series de fantasía de otra época. No en el sentido de que sean atemporales o profundas, sino en el sentido de que nos recuerdan un tiempo más simple, cuando los héroes eran apuestos, los villanos vestían de negro. La Leyenda del Buscador es exactamente eso: una fantasía heroica con tanto sentido del ridículo como del drama, y por eso mismo, sigue siendo disfrutable hoy en día.



Basada en los libros de Terry Goodkind, aunque con una relación con ellos parecida a la de un gato con su dueño (es decir, reconoce su existencia, pero hace lo que le da la gana), La Leyenda del Buscador nos cuenta la historia de Richard Cypher, un joven apuesto y extremadamente bueno con la espada que, por circunstancias mágicas y un poco de conveniencia argumental, es el único que puede salvar el mundo de un malvado tirano con un nombre de marca de perfume: Darken Rahl.

La serie brilla en lo que realmente importa: aventuras trepidantes, batallas coreografiadas como si fueran un musical de artes marciales, y diálogos que a menudo oscilan entre lo épico y lo absurdamente dramático. Los personajes son exactamente lo que esperas de una serie de este estilo: el héroe noble, la hechicera misteriosa, el mentor gruñón y un desfile interminable de villanos que parecen sacados de una convención de cosplay con demasiado presupuesto en cuero.

¿Por qué sigue siendo disfrutable hoy? Porque a veces, lo que uno necesita no es realismo ni grandes dilemas morales, sino una historia donde los buenos son buenos, los malos son malos, y las leyes de la física se doblan en favor de una pose dramática. Porque no importa cuántos dramas oscuros y realistas veamos, siempre habrá algo especial en una serie donde un hombre con una espada puede solucionar cualquier problema, no limitándose a dictaduras mágicas, traumas emocionales y probablemente también la economía.

Así que si buscas algo con la seriedad de un drama shakespeariano pero con más volteretas innecesarias y explosiones de luz mágica, La Leyenda del Buscador sigue ahí, esperándote con los brazos abiertos y una banda sonora dispuesta a enfatizar cada giro heroico con un estruendo de violines. Y en estos tiempos inciertos, eso es un tipo de magia que todos necesitamos.

Un abrazo de oso y una pinta para todo aquel que se deje caer por este baldío.

Hobbits: Un Estudio Académicamente Dudoso

Por un erudito que ha visitado La Comarca y sigue intentando que le devuelvan su sombrero.

Los hobbits son una de las criaturas más fascinantes de la historia natural. O lo serían, si se dignaran a hacer algo que no fuera comer, fumar y, en general, evitar cualquier cosa que pueda parecer remotamente emocionante. Mientras los humanos se dedican a conquistar imperios, los elfos a recitar poesía melancólica y los enanos a debatir sobre la importancia de las barbas en la política, los hobbits han convertido la jardinería y las meriendas en una forma de arte.



Arte de Alan Lee

Desde un punto de vista evolutivo, los hobbits son una anomalía. En lugar de desarrollar garras, colmillos o alguna otra forma de defensa natural, han perfeccionado el arte de ser increíblemente olvidables. Un hobbit puede cruzar una taberna abarrotada sin que nadie lo note, lo cual es una habilidad valiosa tanto para evitar aventuras como para sustraer discretamente el último pastel de carne. Si no fuera por su debilidad por los fuegos artificiales y los banquetes excesivos, probablemente la mitad de la Tierra Media aún dudaría de su existencia.

Culturalmente, los hobbits han logrado algo verdaderamente asombroso: han convertido la pereza en una virtud. En La Comarca, la mayor hazaña de un individuo no es matar un dragón o descubrir un antiguo tesoro, sino cultivar la calabaza más grande o encontrar la mejor receta de pastel de manzana. Mientras los reinos humanos son consumidos por la guerra y la política, los hobbits se preocupan por cosas más importantes, como quién ha estado pisando su césped y si el pan de hoy está suficientemente esponjoso.

Pero no os equivoquéis: bajo su apariencia inofensiva y su amor por las meriendas, los hobbits esconden un espíritu indomable. No porque sean valientes en el sentido tradicional, sino porque su tozudez los hace inmunes a la desesperación. ¿Un ejército oscuro marcha sobre el mundo? Eso es terrible, pero, ¿qué hay de la cena? ¿Un anillo maligno que podría acabar con la realidad misma? Bueno, si es absolutamente necesario hacer algo al respecto, más vale llevar provisiones.

Así que, si alguna vez os encontráis en La Comarca, no cometáis el error de subestimarlos. Os parecerán inofensivos, con sus pies peludos y su obsesión por el té, pero jamás buscaría pelea con alguien que ha sido capaz de salvar el mundo mientras discutía sobre la mejor forma de untar la mantequilla en el pan.


Un abrazo de oso y una pinta para todo aquel que se deje caer por este baldío.

Cangrejos de Río: El Verdadero Terror de Tamriel

Por un erudito anónimo que insiste en que su desaparición no tuvo nada que ver con cangrejos de río vengativos.



Si hay algo que todo aventurero en Tamriel ha aprendido, es que la muerte acecha en cada esquina. Dragones escupiendo fuego desde los cielos, nigromantes convocando horrores innombrables, y si tienes la mala suerte de vivir en Morrowind, es probable que hayas sido insultado por una pulga gigante con patas de araña. Sin embargo, ninguna de estas amenazas se compara con el verdadero azote de la civilización: el Cangrejo de Río.

A simple vista, el cangrejo de río no parece más que un trozo de armadura con pinzas y actitud. Habita en riachuelos y lagunas, esperando pacientemente a que algún incauto pase desprevenido para abalanzarse sobre él con la ferocidad de un cobrador de impuestos. Su exoesqueleto, duro como la conciencia de un tribunal imperial, convierte cada enfrentamiento en una prueba de paciencia y reflejos. Y no importa cuántas veces te burles de ellos, su determinación es inquebrantable.

Los estudiosos de la fauna han intentado sin éxito comprender la mentalidad del cangrejo de río. Algunos argumentan que su comportamiento agresivo es el resultado de un profundo resentimiento existencial, otros que simplemente no tienen nada mejor que hacer. Sea como sea, es innegable que estos crustáceos tienen un dominio absoluto de su territorio. Cuántos aventureros han sido emboscados en las orillas de un río y su gloria truncada no por un dragón anciano, sino por una pequeña criatura testaruda con mala actitud y una pinza del tamaño de un guantelete.

Pero no todo está perdido. Existen formas de manejar este terror ambulante. Un golpe certero con una espada encantada, un grito de dragón que lo haga volar hasta la siguiente provincia, o en su defecto, un buen plato de sopa de cangrejo. Sin embargo, lo más recomendable es la táctica ancestral conocida como "hacerse el muerto y esperar a que pierda el interés". No es digna, no es heroica, pero es altamente efectiva.

Y si eso falla, siempre puedes intentar sobornarlo con un trozo de pan. Porque, después de todo, si los cangrejos de río han aprendido algo de los comerciantes imperiales, es que todo en Tamriel tiene un precio.

Un abrazo de oso una pinta para todo aquel que se deje caer por este baldío.

La Leyenda del Buscador: Un Placer Culpable con Mucha Espada y Poca Vergüenza

Por un crítico anónimo que insiste en que los efectos especiales no importan si la capa ondea lo suficiente. Hay algo maravillosamente recon...