domingo, 13 de abril de 2025

El Pecado Mortal de No Leer la Dragonlance

La fantasía moderna es como ese tipo de vino que se vende en botellas extremadamente sofisticadas, con etiquetas tan largas que necesitas una lupa para leerlas.

Ahora bien, cuando los jóvenes de hoy miran con desdén la saga de la Dragonlance —esa joya literaria que ha sido parte de la columna vertebral de la fantasía moderna desde que se decidió que los elfos no solo debían ser hermosos, sino también profundamente solemnes y trágicos—, no puedo evitar pensar que hay un cierto malentendido. Es como criticar una canción de los Beatles porque no suena lo suficientemente “experimental”.

Claro, la Dragonlance tiene esa apariencia de ser algo demasiado "fácil" o "anticuado". Los héroes son valientes, los villanos son malvados y los dragones... bueno, están ahí, volando sobre montañas y destruyendo aldeas. ¡Horror, horror! Pero si uno se detuviera a mirar más allá de los arcos y las espadas, descubriría que esta saga tiene más capas que un pastel de bodas, y algunas de esas capas tienen sabores deliciosamente complejos.



-Arte de Larry Elmore

Los personajes, por ejemplo, no son solo estereotipos con capas de terciopelo. Raistlin Majere, por decir algo, no es solo un mago malvado. Es un hombre lleno de contradicciones, y ese pequeño detalle hace toda la diferencia. No se limita a ser un personaje simple con una túnica oscura y una risa malévola. Raistlin tiene inseguridades, ambiciones y una ironía que haría sonrojar al mismo Sauron.

¿Y qué hay de las batallas? Las batallas en la Dragonlance no solo son un lugar para ver a los héroes repartir espadazos y esperar que los dragones mueran dramáticamente. Las batallas son los vehículos para hablar sobre algo mucho más grande: el sacrificio, la lealtad y, sí, esa molesta costumbre de que los héroes no siempre ganan. Al final, la guerra en la Dragonlance no es solo un choque entre buenos y malos; es un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, uno debe preguntarse: "¿Qué clase de persona quiero ser?".

Pero no. Hoy en día, la Dragonlance es percibida como algo casi "populista", como si fuera solo una historia sencilla sobre el bien contra el mal, cuando en realidad fue una de las series que ayudó a cimentar el moderno concepto de la fantasía épica. Y, ¿saben qué? A veces necesitamos un poco de "sencillez". A veces, no todo tiene que estar tan envuelto en capas de tristeza existencial y metaficción. A veces, solo necesitamos una buena espada, un buen dragón y un héroe lo suficientemente valiente como para decir: “¡Este es el momento en que me enfrento al mal y me siento bien al hacerlo!”

Así que, queridos lectores, la próxima vez que alguien diga que la Dragonlance es solo para aquellos que sienten nostalgia por las viejas fantasías o, peor aún, que es un simple "producto de la cultura de los 80s", sólo sonrían con indulgencia. Como si alguien les hubiera dicho que las novelas de Dickens son solo para leer en clases de literatura obligatorias.

En resumen, no dejen que los influencers de hoy les digan qué leer. Al final, la Dragonlance no es solo un testimonio de la fantasía de antaño; es una clase magistral sobre lo que significa ser humano. Y como todos sabemos, cualquier historia que nos haga cuestionar lo que significa ser humano, aunque esté llena de dragones y elfos, es una historia que vale la pena leer.

Así que saquen esos libros del estante polvoriento, vuelvan a ellos y digan a todo el mundo que Raistlin era el tipo más interesante en la sala. Porque, créanme, los dragones nunca fueron solo para asustar a los niños. También son para enseñarles algo.

 

Un abrazo de oso y una pinta para todo aquel que se deje caer por este baldío.

La Última Batalla del Rey de los Geats

El cielo ardía con el rojo de un sol poniente, y sobre las colinas grises el humo serpenteaba como dedos de un dios moribundo. El anciano re...