martes, 4 de junio de 2024

La Tierra sin Rey / La Banda de los Cuatro 1

Ah, Ed Greenwood. Para aquellos de nosotros que crecimos sumergidos en los maravillosos mundos de fantasía, su nombre evoca un sentido de nostalgia y admiración. Greenwood, el creador de innumerables mundos mágicos, nos ha regalado incontables horas de aventuras y épicas narrativas. "La tierra sin rey" no es la excepción; es una joya que brilla con la misma intensidad que las estrellas sobre el reino de Aglirta.

En "La tierra sin rey",  nos encontramos en Aglirta, un reino sumido en la incertidumbre y el peligro. El trono está vacío y el reino, una vez próspero, se enfrenta a amenazas tanto desde dentro como desde fuera de sus fronteras. Los personajes que Greenwood nos presenta son tan vibrantes y reales como los paisajes que describe con su pluma mágica. Cada página es un testimonio de su amor y dedicación por este mundo que él mismo ha construido, y uno no puede evitar sentir un cálido aprecio por el detalle y el esmero con el que ha tejido esta narrativa.

Los personajes principales, con sus conflictos internos y externos, nos recuerdan la complejidad de la condición humana. Sus luchas, triunfos y sacrificios son una danza delicada que Greenwood coreografía con maestría. Los lectores se encontrarán no solo siguiendo una trama emocionante, sino también explorando los rincones más profundos del corazón y el alma de estos personajes entrañables.

Greenwood tiene un talento especial para capturar la esencia de la aventura y la intriga. Su narrativa es rica y envolvente, transportándonos directamente a los pasillos oscuros y los salones iluminados por velas del castillo, a las verdes colinas y los bosques misteriosos de Aglirta. Es como si cada palabra fuera un hechizo que nos arrastra más y más dentro de este mundo fascinante.

Para aquellos que hemos seguido a Greenwood desde los primeros días de los Reinos Olvidados, "La tierra sin rey" es un reencuentro con un viejo amigo en un nuevo escenario, ya que Aglirta es una tierra independiente al universo de Reinos Olvidados. Cada página es una puerta a recuerdos de largas noches leyendo bajo las sábanas, de sueños de aventuras y de una juventud marcada por la magia de estas historias. Es una celebración de todo lo que amamos de la fantasía, una oda a la capacidad de la literatura para transportarnos a mundos lejanos y hacernos sentir verdaderamente vivos.

En conclusión, "La tierra sin rey" es más que una novela de fantasía; es un tributo a la habilidad de Ed Greenwood para crear mundos tan vívidos y emocionantes que se quedan con nosotros mucho después de haber cerrado el libro. Es una obra que leerás con deleite, recordarás con cariño y a la que regresarás una y otra vez, encontrando en sus páginas la magia eterna de la narrativa de Greenwood.

Pd: hay que aclarar que “La tierra sin rey” tiene su continuación en “El trono vacío” donde podremos seguir las aventuras de la banda de los cuatro.


Un abrazo de oso y una pinta para todo aquel que se deje caer por este baldío.







lunes, 3 de junio de 2024

La Espada Juramentada

Bien pronto, el juramento hecho el día de su coronación, Ulfian fue puesto a prueba.

El enarca de Guilefarn, Leorderic, fue atacado por el señor de la guerra Ognar y sus orcos, demonios nacidos del lodo y el pecado.
Leorderic estaba viejo y las fuerzas de los dos ejércitos eran desiguales. Era de temer que fuera vencido.
Sin embargo, Ulfian dudaba si dejar su tierra para socorrer a Leorderic. Pero Bagdemagus, del que no podía prescindir por lo mucho que apreciaba su consejo, le convenció para que le prestara ayuda.
Así pues, Ulfian partió acompañado de Bagdemagus y cuarenta guerreros.
Llegaron a Guilefarn cuando empezaba el combate. Se advertían las primeras avanzadillas enemigas y el humo de los incendios. Bagdemagus desplegó el pendón bordado con la figura de un dragón que parecía escupir llamas. Ulfian y sus compañeros se lanzaron a la batalla.
Las lanzas chocaban, las espadas golpeaban yelmos y escudos. ¡Se creería escuchar el fragor de una tormenta!

-Keith Parkinson-

Los hombres de Leorderic pronto estuvieron en mala situación. El mismo enarca cayó a tierra, con su caballo muerto de un golpe de venablo. Los enemigos le rodeaban. ¡Estaba perdido! Pero Bagdemagus vigilaba. Susurró unas palabras. Se levantó un violento viento que hizo arremolinarse una oleada de polvo que cegó a los orcos de Ognar, los cuales huyeron y, para completar la derrota, el dragón bordado sobre el pendón de Bagdemagus se puso a escupir verdaderas llamas sobre las tiendas enemigas que en seguida se abrasaron.
Después de esta victoria, el rey Leorderic condujo a Ulfian, sus cuarenta guerreros y Bagdemagus hasta su castillo. Su hija, la bella Imelda, estaba allí para recibirles.
A ella le gustó Ulfian desde el primer momento que le vio. Y él, por su parte, no podía apartar la mirada de sus trenzas negras y sus ojos risueños.
Bagdemagus, que conocía el porvenir, sonrió divertido. Sabía que aquellos dos pronto se harían novios y que la bella Imelda sería reina al lado de Ulfian. Lo cual sucedió después de un tiempo.
Un bello día de verano, delante de todos los enarcas de la Marca del Norte y el pueblo, Imelda se casó con Ulfian. Se bailó al son de las gaitas, de las flautas y de los caramillos. Se consumió un gran festín. El vino y la cerveza corrió a raudales. Fue una hermosa boda, que la gente recordó durante mucho tiempo.

La Leyenda del Buscador: Un Placer Culpable con Mucha Espada y Poca Vergüenza

Por un crítico anónimo que insiste en que los efectos especiales no importan si la capa ondea lo suficiente. Hay algo maravillosamente recon...