Bien pronto, el juramento hecho el día de su coronación, Ulfian fue puesto a prueba.
El enarca de Guilefarn, Leorderic, fue atacado por el señor de la guerra Ognar y sus orcos, demonios nacidos del lodo y el pecado.
Leorderic estaba viejo y las fuerzas de los dos ejércitos eran desiguales. Era de temer que fuera vencido.
Así pues, Ulfian partió acompañado de Bagdemagus y cuarenta guerreros.
Llegaron a Guilefarn cuando empezaba el combate. Se advertían las primeras avanzadillas enemigas y el humo de los incendios. Bagdemagus desplegó el pendón bordado con la figura de un dragón que parecía escupir llamas. Ulfian y sus compañeros se lanzaron a la batalla.
Las lanzas chocaban, las espadas golpeaban yelmos y escudos. ¡Se creería escuchar el fragor de una tormenta!
-Keith Parkinson-
Los hombres de Leorderic pronto estuvieron en mala situación. El mismo enarca cayó a tierra, con su caballo muerto de un golpe de venablo. Los enemigos le rodeaban. ¡Estaba perdido! Pero Bagdemagus vigilaba. Susurró unas palabras. Se levantó un violento viento que hizo arremolinarse una oleada de polvo que cegó a los orcos de Ognar, los cuales huyeron y, para completar la derrota, el dragón bordado sobre el pendón de Bagdemagus se puso a escupir verdaderas llamas sobre las tiendas enemigas que en seguida se abrasaron.
Después de esta victoria, el rey Leorderic condujo a Ulfian, sus cuarenta guerreros y Bagdemagus hasta su castillo. Su hija, la bella Imelda, estaba allí para recibirles.
A ella le gustó Ulfian desde el primer momento que le vio. Y él, por su parte, no podía apartar la mirada de sus trenzas negras y sus ojos risueños.
Bagdemagus, que conocía el porvenir, sonrió divertido. Sabía que aquellos dos pronto se harían novios y que la bella Imelda sería reina al lado de Ulfian. Lo cual sucedió después de un tiempo.
Un bello día de verano, delante de todos los enarcas de la Marca del Norte y el pueblo, Imelda se casó con Ulfian. Se bailó al son de las gaitas, de las flautas y de los caramillos. Se consumió un gran festín. El vino y la cerveza corrió a raudales. Fue una hermosa boda, que la gente recordó durante mucho tiempo.
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