Escribir es fácil. Todo el mundo lo hace. Haces garabatos en una servilleta, te quejas en Twitter, envías un correo a tu jefe explicando por qué no has terminado el trabajo (culpando, por supuesto, a un “error técnico”). Escribir, en teoría, no tiene ningún misterio.
Pero ser escritor… ah, eso es otra historia.
Para empezar, la inspiración es un ser caprichoso. Llega en los momentos más inoportunos: en la ducha, mientras tratas de dormir, cuando estás atrapado en una conversación aburrida pero no puedes sacar el cuaderno sin parecer grosero. Pero cuando realmente te sientas a escribir, la musa decide que es un buen momento para tomarse vacaciones. De repente, la página en blanco se convierte en tu peor enemigo.
Luego está el proceso de escribir en sí. No es
solo juntar palabras hasta que parezcan algo decente. Es reescribir, corregir,
odiar cada párrafo, preguntarte si lo que acabas de escribir es brillante o
basura (respuesta: ambas, dependiendo de la hora del día). La peor parte es que
nunca termina. Siempre puedes mejorar algo, cambiar una frase, eliminar ese adverbio
sospechoso. Pero si no te obligas a soltar el manuscrito, podrías pasar la
eternidad atrapado en una espiral de perfeccionismo.
Y si logras terminar un texto, entra en escena
la duda. ¿Es bueno? ¿Alguien lo leerá? ¿Y si lo leen y lo odian? ¿Y si lo leen
y lo interpretan como un manual de instrucciones para algo que jamás intentaste
decir? De repente, publicar algo se siente como lanzar una botella al mar con
la esperanza de que no te la devuelvan con una nota que diga “esto apesta”.
Por supuesto, todo esto podría ser soportable
si ser escritor se pagara bien. Pero, sorpresa: no. Salvo que seas un fenómeno
de ventas, lo más probable es que en algún momento tengas que explicarle a
alguien que, sí, escribes, pero no, no puedes pagar el alquiler con ello.
Entonces, ¿por qué escribir?
Porque, a pesar de todo, hay algo adictivo en
el proceso. Porque hay historias que necesitan ser contadas y personajes que
insisten en existir. Porque, en el fondo, ser escritor es una especie de locura
encantadora, una mezcla de sufrimiento y satisfacción que solo entienden los
que han pasado horas tratando de encontrar esa
palabra perfecta.
Así que sí, escribir es fácil. Mentira. Pero suena bien.
Un abrazo de oso y una pinta para todo aquel que se deje caer por este baldío.
Gracias por el post y genial el mago informático. Desde luego. Incluso, si no cobras, hay algo en cómo afrontar la recepción de lo escrito que es duro de gestionar cuando es negativo. A esto, se le añade que, en los tiempos que corren, la recepción negativa puede no ser de "¿Y si lo leen y lo odian?". Anteyer, escribí un post sobre la destrucción del patrimonio cultural, denunciándolo y defendiendo que hay que proteger la memoria de la historia. Incluía en el texto la reflexión de que la destrucción de museos, mezquitas, estatuas, libros, edificios de alta simbolismo, y demás patrimonio histórico, a menudo, iba acompañada de la muerte de personas. Critiqué a Estados Unidos con Irak, con sus espolios, a diversos grupos terroristas como Isis, a la destrucción de importante patrimonio histórico de Alepó, hablé del 11S, critiqué a los combatientes de uno y otro bando de la Segunda Guerra Mundial, así como un caso de la Primera Guerra Mundial, a destrucciones del patrimonio en Tombuctú, a la destrucción de los códices mayas y del templo mayor de México Tenochtitlan, la destrucción de incunables en la Complutense durante la Guerra Civil Española, el genocidio de los jémeres rojos, la destrucción de arte en la Revolución Cultural china o la destrucción de los famosos budas gigantes. Todo un post cultural de denuncia. Tras revisarlo un par de veces, lo publiqué en Culturassic Park. Lo han visto 8 personas. Ningún like, ningún "me enfada" y ningún comentario. La gente lo lee, o mira de qué va, y se hace el silencio. Gestionar el odio es algo bastante viable, pero gestionar el silencio.
ResponderEliminarAl final, es más fácil escribir un micro relato sobre un troll que se siente vivo cuando, ante el amanecer, se oculta en su cueva. Ideas para mis novelas de ciencia ficción como drones antidisturbios que emiten sonidos agradables en función de la expresión no verbal de los usuarios próximos y forman bases de datos de los perfiles sensoriales para ayudar a la comunicación en situaciones de conflicto.
ResponderEliminarO con mis conlangs. Por ejemplo, en una civilización mesolítica, en clara referencia a Gobëkli Tepe, civilización trulds (Humanoides alados que tienen poderes de petrificación), los shoz (hormigas gigantes de metro y medio de altura) ayudan a proteger el templo Vutdhuweb porque ayudaron a construirlo, con rocas de aventurina, para adorar el paso del tiempo o el tiempo en sí mismo, y forma parte de su memoria histórica. Los trulds poseen un millón de gemas y los dragones quienes apropiárselas. En otra, cuando los nirifuns (Gigantes humanoides de varias cabezas con aspecto anfibio. Lo normal en un nirifuns es convertirse en pirata o marinero) de cierta isla dejan de comerciar con un archipiélago de otro continente, debido a que se han vuelto tan nihilistas que no tienen siquiera espiritualidad agnóstica o atea, en sueños, los loeegig (Seres espirituales eternos con aspecto de pez y poder sobre la magia del destino), les enseñan el rinsashand. Este es un lugar dentro del puig (Mundo espiritual) donde está todo lo que todavía no existe. Es el conjunto informe de ideas y posibilidades que cobra forma en los ecosistemas energético, material y espiritual de los distintos universos del multiverso. De modo que comprender que hay un propósito último con la espiritualidad, en cualquiera de las creencias, permite reconocer que ayuda a mantener la posibilidad de cambio en el cosmo y, por lo tanto, a preservar el orden cósmico. En otro, entre el 2.488 y el 3.222, en los bosques de Króg, Truncbiwo, los mumbi (Seres humanoides de energía. Parodia de los valar) tienen un reino nudista. Además de tener numerosos enemigos, como los elementales y los trolls, y aliados, dominando magias cutáneas muy diversas (Resistencia al fuego, al frío, a las armas, al ácido, a los daños elementales, o que su desnudez se vuelva mucho más hermosa y atractiva), registran las equivalencias del calendario mumbi, de uso internacional, el regido por Despues de la Inversión del Orden Universal, respecto a los calendarios locales y los calendarios locales. Sin embargo, los elementales se cuelan y queman sus bosques. Un abrazo.