viernes, 25 de julio de 2025

El ocaso de la fantasía otoñal: cuando el barro, el hierro viejo y la melancolía se desvanecen

Hay una cualidad difícil de describir que muchos lectores y espectadores asociamos con la fantasía medieval más poderosa: un tono crepuscular cargado de nostalgia. Un mundo donde el aire huele a cuero curtido, a leña y a la lana húmeda de las capas; donde los héroes pisan barro y hojas secas bajo un cielo plomizo, conscientes de que las grandes eras de la magia y el mito ya se han extinguido o se están desvaneciendo poco a poco.

Hoy, en buena parte de la fantasía contemporánea, esa atmósfera parece haberse diluido.
¿Qué ha pasado?

En las páginas de Tolkien, uno podía sentir la bruma que se colaba entre las ramas de los árboles, el lento ocaso de las grandes eras y la nostalgia de los elfos mientras contemplaban los mares que los separaban de Valinor. Las tierras de Terramar de Ursula K. Le Guin estaban marcadas por un ritmo pausado, como de mareas que avanzan y retroceden, dejando tras de sí restos de viejas magias, susurros de dragones que ya no alzan el vuelo y magos que saben demasiado bien que todo poder se agota. En estas historias, la fantasía era un territorio crepuscular, un otoño perpetuo en el que cada hoja caída parecía un recuerdo de lo que se había perdido. No había prisa en sus relatos, ni urgencia por deslumbrar al lector: solo un lento y triste desvanecerse de la maravilla.


Arte - John Howe

Incluso en las sagas más terrenales, la suciedad y el desgaste eran compañeros constantes. En las páginas de Sapkowski, los caminos estaban plagados de bandidos harapientos, y los castillos desprendían un tufo a humedad y a hoguera. Los personajes no eran héroes de póster: eran hombres y mujeres con dedos ennegrecidos por la escarcha, con cicatrices mal cerradas y una mirada que parecía siempre al borde de la resignación. En Canción de Hielo y Fuego, los inviernos eran más que un recurso narrativo: eran una amenaza palpable de muerte, con vientos helados que arrastraban el hedor de mil cadáveres olvidados en campos de batalla anegados por la lluvia.

Hoy, en cambio, la fantasía que domina las pantallas y buena parte de las estanterías tiene otra textura. Sus mundos son brillantes, ordenados como maquetas de un arquitecto meticuloso. Las ciudades parecen recién salidas de un render, con muros inmaculados y mercados donde no se oye el zumbido de las moscas sobre la carne en descomposición. Los castillos relucen y la atmósfera es más épica y luminosa, menos sombría y nostálgica.

Este cambio se debe en parte a la “Marvelización” del tono, diálogos rápidos, colores saturados y mundos más accesibles para el gran público. Muchos de estos entornos parecen diseñados como niveles de un RPG. La suciedad y el desgaste son sustituidos por un brillo digital y un acabado estilizado.

Tal vez lo que echamos de menos no es solo una estética, sino una sensación más profunda: la de habitar un mundo que ya ha conocido su auge y ahora se adentra en el crepúsculo, donde los grandes días de gloria son apenas un murmullo en las canciones de los bardos y las generaciones presentes viven entre ruinas, sin saber muy bien si son los guardianes de un legado o los últimos testigos de su extinción. Un mundo donde cada otoño se siente como un recordatorio de que nada es eterno, ni siquiera la magia. Recuperar ese tono no es cuestión de volver a ensuciar a los personajes o añadir barro a los caminos; es una forma de narrar en la que el tiempo, la pérdida y la memoria se convierten en los verdaderos protagonistas.

Y así, quizá, podríamos volver a sentirlo: el olor a cuero viejo, el crujido de la leña en la chimenea, el viento arrastrando hojas y cenizas sobre piedras milenarias. La fantasía que huele a tierra y a humo, que se respira como un aire frío y pesado, esa que no necesita grandes fuegos artificiales para ser inolvidable. Solo necesita silencio, penumbra… y un mundo que, aunque ficticio, parezca más real que el nuestro.

Un abrazo de oso y una pinta para todo aquel que se deje caer por este baldío.

 

 

 

 

 

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